La charla con Gustavo Espinosa continúa, y ahora María José Olivera lo lleva de vuelta a su Treinta y Tres, la recurrencia del '70 en su obra, así como sus miradas sobre la academia y la educación desde su lugar de egresado de Humanidades y su rol docente en la Secundaria del interior.
Podemos, entonces, tomar asiento de nuevo y seguir escuchando -leyendo- esta segunda y última parte.
Podemos, entonces, tomar asiento de nuevo y seguir escuchando -leyendo- esta segunda y última parte.
Un Bluesman de provincia:
entrevista a Gustavo Espinosa
Diciembre de 2012.
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Parte 2
La década de los´70 es también una recurrencia. Independientemente de
la ficcionalización espacio – temporal de las novelas, ¿cómo ha
sido tu vínculo con esa década? ¿El extrañamiento ha calado
hondo?
A
mí me intriga esa recurrencia. Cuando se publicó Carlota
dije “basta
de los ´70” y al poco tiempo estaba otra vez ahí. Ahora digo lo
mismo y espero poder cumplirlo. Pasaron cosas, estoy tentado de citar
cierto verso de Borges, pero no lo voy a hacer. Yo entré al liceo en
el ´74 y terminé los cursos en Humanidades en el ´84, como dijo
Mark Twain “vine con el cometa y me iré con el cometa”. Es un
mundo al cual uno pertenece pero que al mismo tiempo es de una
extrañeza radical, aunque no hubiera habido dictadura, si se pudiera
hacer esa ucronía. Su marca es la desconexión, es su extrañeza
radical con respecto al mundo de hoy. Tal vez allí esté la
necesidad de escrutarlo, de construir un puente y conectarlo con este
mundo hiperconectado, con esta hiperconexión que hoy llamamos mundo.
Iluminar una tribu exótica, como podés ver en Nat Geo,
en las novelas
de Proust o en los programas que pasan en la tele sobre Punta del
Este. Ver con perplejidad los usos y costumbres de una tribu exótica
pero con el componente no menor de que uno de los integrantes fuiste
vos mismo. No sé, estoy improvisando ahora contigo, tratando de
trascender esas cuestiones más superficiales que se cargan hoy de
cierto encanto estético.
A
Sandino Núñez le gustan más los ´80, decía que para entender el
mundo hay que entender los ´80. Tal vez me llegan los ´80 ahora.
Fue un momento fundacional. Por ejemplo, yo estaba convencido cuando
conocí a Amir Hamed de que el rock había muerto. Había sido
asesinado, no por la música tropical que aún no había hecho su
crossover social y estaba todavía en su ghetto lumpen, sino por la
música disco. Y Amir, que era más eufórico que yo en aquel tiempo,
decía “no no, ahora hay una cosa que se llama new
wave que se
parece bastante al rock y vas a ver que vuelve”. Al final tuvo
razón, fue una profecía acertada. Esas cosas pasaban…. En
determinada parte de la cultura de masas estábamos muy aislados y no
solamente por estar en Treinta y Tres. Lo que sucedía en Inglaterra
en el ´77, ni más ni menos que el punk, nosotros nos vinimos a
enterar en el ´83 cuando las fm y Carbone empezaron pasar los Clash
y los Sex
Pistols. Y por
otro lado tenías la cultura de resistencia, si vos andabas fascinado
por esas cuestiones estabas alienado por el imperio. Era un mundo muy
desconectado que no hubiera sido posible si esa desconexión.
Por
eso sobrevuela tanto la idea de simulacro de Baudrillard…
Soy
muy lector de Baudrillard, estuve en su momento muy deslumbrado y
pensé que era más que nada a nivel del significante, por más que
leí traducciones. Es probable que sí, que por algún intersticio
haya aparecido. Seguro que sí.
¿Lees
crítica uruguaya?
Yo
recibo la
diaria casi
todos los días. También ojeo el resto. Allí en la
diaria está
Gabriel [Lagos], está Ramiro [Sanchiz], y están Recoba, Acevedo,
Georgina Torello. Me parece que son gente solvente, en general
escriben bien, me da la impresión de que son rigurosos, aunque a
veces tengo mayor o menor afinidad.
Pienso
que hay un grupo de gente que vino para quedarse con algo, ustedes
vinieron para disputarle -con bastantes posibilidades de
arrebatársela- cierta hegemonía a otras formas más tradicionales.
¿Medios
virtuales?
No
tengo ese hábito, tendría que incorporarlo, ¿no? Todavía soy
muy gutembergiano en
ese aspecto.
¿Cómo
es tu vínculo hoy con la Universidad o con la academia?
Nulo.
Yo me vine cansado a la casita de los viejos cuando terminé los
cursos. Un poco abrumado por cierto trasmundo mezquino que percibía
en la academia. Siempre quise ser un escritor y veía que por ahí
no. Y después, como una especie de coartada construida a posteriori
para justificar mi posición de outsider,
vi que la academia -sobre todo en los lugares donde uno puede decir
que la academia existe de una manera plena, o sea en lugares ricos o
más ricos que nosotros- lo que ha hecho es liquidar la figura del
intelectual. De ese intelectual que habla desde ningún lugar
institucional, desde sí tal vez un nicho ideológico pero no
tratando de cultivar el huerto de su disciplina generando un eco de
amplificación de su nicho académico. Creo que esa cuestión del
intelectual la academia lo constriñe y genera su propia abolición.
Soy particularmente inepto además para tramitarme a mí mismo en los
meandros de la burocracia, hay muchas cosas que se superponen y se
entretejen. Cuestiones políticas lo puramente partidario por un lado
y por otro la cuestión disciplinar.
Y
volviste a Treinta y Tres…
Sí.
Volví y me fui quedando. Siempre me preguntan por qué y siempre
contesto cosas diferentes. Pero te digo la verdad y es que nunca lo decidí, que volví por timidez. Volví y me quedé. Me
causa mucho miedo e incomodidad sentirme un extranjero y el hecho de
irme quedando potenció eso, cada vez iba a ser más extranjero en
cualquier lugar a donde fuera.
Sos
docente. Trabajás en un liceo a 60 km de acá. ¿Por qué la
docencia? ¿Cómo es tu relación con ese ejercicio de aula más allá
de las problematizaciones contextuales?
Me
iba a costar mucho más ser carpintero (que venía de cerca) y ser
músico no me iba a dispensar los garbanzos. Lo tengo muy
naturalizado y lo llego a disfrutar. Estoy un poco cansado del aula
últimamente, es verdad. Pero haciendo ese recorte que vos proponés,
viendo el aula, los estudiantes y los contenidos exclusivamente, ha
sido hasta placentero. Sobre todo cuando se logra contagiar, cuando
se logra esa cosa infecto-contagiosa que tiene la docencia eso es en
definitiva lo que hacemos ¿no?
¿Cuál
es tu lectura, ahora sí, de la educación actual? Dejemos de lado
las variantes, centrémonos en la educación secundaria que es en la
cual trabajás.
Sí.
Bien. Hay una rara unanimidad, que comparto, que es un diagnóstico
de catástrofe. Desde el año ´97 participo sistemáticamente -mi
única militancia- de un organismo muy extraño que son las ATD
(Asambleas Técnico Docentes). El profesor Jorge González Durán
decía que es “la flor ártica de la educación uruguaya”. Vos te
acordarás que previo a la asunción del primer gobierno del Frente
Amplio se instituyó la categoría de emergencia social, bueno,
nosotros propusimos que también se trabajara desde ese momento en la
categoría emergencia educativa o emergencia cultural. Por supuesto,
no nos dieron bolilla.
Si
bien todo el mundo está de acuerdo en el diagnóstico, las
operaciones que han implementado los diferentes responsables
políticos de la educación han contribuido a empeorarla. Por un lado
por aplicación de ciertas directivas transnacionales que tienden a
privatizar la calidad educativa y a convertir los sistemas educativos
públicos en dispositivos de contención vaciados de contenidos. Esto
ha venido empeorando, ya la metáfora aparato, dispositivo, suena
excesiva, es una acumulación de gestos, de micro programas
focalizados erráticos y contradictorios que generan una enorme
burocracia. Pero además se le suma una intervención,
ideológicamente más fuerte, el anti intelectualismo y el ataque a
las humanidades que se ejerce desde el poder político actual, que se
sustenta y fundamenta en la convicción perversa de que hay que
educar para el mercado. De que como todo es tan efímero y fugaz no
vale la pena la detención ante ninguna verdad sino que hay que
educar en competencias. Si hoy hacen falta torneros fabricamos
torneros y mañana guías turísticos. Hay una especie de
ensañamiento en el cadáver de Rodó.
Soy
bastante apocalíptico en la visión de futuro. Sería necesaria una
anagnórisis súbita. Una peripecia poco creíble. Esa reconversión
de la educación hacia la contención ocurre para tener a los
chiquilines adentro de un espacio que alguna vez fue educativo. Pero
también se dio por otro lado. En su momento la educación constituyó
una salida laboral accesible para un montón de muchachos que querían
estudiar pero necesitaban trabajar inmediatamente. Tal vez eso se
haya revertido, no sé, ¿vos que estás más al tanto que yo….?
Soy
de esa generación “de la crisis”, entré al IPA (Instituto de
Profesores Artigas) en el 2001 y había seis primeros. En el último
año quedaron dos grupos…
Claro,
entonces aquellos conceptos como los de vocación se fueron al diablo
en ese período. Ha habido un proceso de desprofesionalización. Los
CERP influyeron de manera negativa, son el emblema de ese proceso de
reforma. Por supuesto con todas la excepciones personales, de gente
que hizo conciencia de las penurias de su educación y trató de
completarla institucional o personalmente. En esos Centros se formó
mucha gente funcional a este tipo de orientación educativa que
estamos criticando, para el mercado.
Pero
también ha habido y hay un grupo de docentes que, desde las ATD y de
un modo tal vez menos definido desde el sindicato, han sido muy
críticos señalando que no es por ahí. Se nos ha desoído muy
contumazmente. Sin embargo somos responsabilizados los docentes por
la situación educativa actual.
La
demonización docente…
Claro.
Cuando los docentes se han configurado como un sujeto colectivo y han
buscado ejercer su intervención sobre la cuestión, ha sido de una
manera crítica. Se ha dicho: “No es por este lugar, no hagamos
esto” Bueno, pues se ha ido por ese lugar, se ha hecho esto y se ha
fracasado. Paradójicamente se culpabiliza, se demoniza la figura del
docente, alegando haraganería, que parece ser el emblema del
empleado publico negligente. Todavía flota eso de que tenemos tres
meses de vacaciones. El famoso ausentismo. Los docentes han sido
críticos y se los ha desoído, demonizado y desprofesionalizado. Esa
es la verdad.
La
última para cerrar el tema. ¿Qué opinión te merece el proyecto
IUDE (Instituto Universitario de Educación)
Lo
que se está proponiendo no es la incorporación de la formación
docente a la Universidad de la República sino la formación de un
nuevo ente autónomo, de una nueva Universidad. No le veo
justificación a eso. Si hay una única universidad que enseña
agronomía y letras clásicas, no sé por qué tiene que haber una
universidad distinta. En todo caso si quisieran darle un status
universitario se debería hacer una Facultad dentro de la UDELAR.
Tiene que ver con eso que hoy balbuceábamos respecto a la academia.
Es una operación burocrática que busca legitimar ciertas cuestiones
de poder. Yo no creo que ese cambio de status per
se optimice
de ayer para mañana nada. No sé, se intentará regular y articular
el aislamiento que sufren los docentes. Según tengo entendido es en
el único país del mundo que existe algo así como el IPA. Entonces,
si después los docentes quieren continuar, podrían… Ese es el
argumento que he escuchado hasta el cansancio cuando se lo sale a
defender.
Yo
no estoy de acuerdo y los colectivos en los que participo tampoco. No
es una integración en la UDELAR. Va a ser una ampliación oncológica
de los poderes y lo burocrático.
Leyendo
Carlota Podrida
uno sabe que el cine ha estado.
¿Qué cine o qué películas elegís?
Una
de las cosas que más lamento de haberme venido a vivir a Treinta y
Tres es que me dejó sin cine. A su vez una de las cosas que más
celebro de los años que viví en Montevideo fue la posibilidad de
consumir con sistematicidad, merced a Cinemateca, cine. Ahora veo
todo lo que puedo. No tengo eso de bajar películas. Estoy a merced
de lo que pueda pispear por ahí. Hay un ciclo de cine muy
interesante en el canal oficial argentino, Filmoteca, dan cuatro
películas por semana. La aproximación más seria se me ha ido.
Tendría que modificar mis hábitos.
Claro
que después está todo lo anterior, que figura en la novela, la
cuestión del Cinema Paradiso. Como toda la cultura de masas el cine
formó parte de la educación sentimental. Acá en Treinta y Tres aún
hay cine por suerte. Fue construido en el ´56 muy acorde a la
estética de aquellos tiempos. El cine que aparece en la novela es
ese, el que está ahí en la agencia de Núñez. Le llamaban el
“monumental cine Olimar”. Acá la gente iba todos los días,
sobre todo al cine municipal. Había una segmentación de la
programación. Por ejemplo los lunes se decía que era “el día de
los analfabetos” porque daban cine argentino o mejicano.
¿Dos
o tres escritores de narrativa rioplatenses que estén publicando
hoy?
Sergio
Bizzio. Amir Hamed. Yo soy más amigo de Platón que de la verdad.
Pero en este caso estoy diciendo la verdad. Y Lalo Barrubia.
¿Y
con la misma consigna pero en cualquier género?
Me
interesa la poesía de Eduardo Espina. Creo que la voz poética viva
más importante en este momento en Uruguay es Circe Maia.
¿El
efecto comandita quedará muy evidente si nombro a Sandino Núñez?
Sandino Núñez.
¿Y
tu poesía? Yo te leo como poeta.
Y
sí… porque debe ser lo que más me interesa. Tengo ganas de
escribir un libro de poesía. El tema es que soy medio lento para
escribirla. Viste que Cólico
Miserere tiene
poemas del ´89 al 2008…
Pero
es lo que más me interesa. Poner una palabra al lado de la otra a
ver qué chispas saltan. Siempre estoy deseando leer buena poesía.
Que irrumpa un buen poeta. Yo creo que los buenos poetas deben
irrumpir.
(Final de la entrevista)
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