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enero 12, 2013

La charla con Gustavo Espinosa continúa, y ahora María José Olivera lo lleva de vuelta a su Treinta y Tres, la recurrencia del '70 en su obra, así como sus miradas sobre la academia y la educación desde su lugar de egresado de Humanidades y su rol docente en la Secundaria del interior.

Podemos, entonces, tomar asiento de nuevo y seguir escuchando -leyendo- esta segunda y última parte.


 Un Bluesman de provincia: 
 entrevista a Gustavo Espinosa 
Diciembre de 2012.

Leer Parte 1

Parte 2


La década de los´70 es también una recurrencia. Independientemente de la ficcionalización espacio – temporal de las novelas, ¿cómo ha sido tu vínculo con esa década? ¿El extrañamiento ha calado hondo?

A mí me intriga esa recurrencia. Cuando se publicó Carlota dije “basta de los ´70” y al poco tiempo estaba otra vez ahí. Ahora digo lo mismo y espero poder cumplirlo. Pasaron cosas, estoy tentado de citar cierto verso de Borges, pero no lo voy a hacer. Yo entré al liceo en el ´74 y terminé los cursos en Humanidades en el ´84, como dijo Mark Twain “vine con el cometa y me iré con el cometa”. Es un mundo al cual uno pertenece pero que al mismo tiempo es de una extrañeza radical, aunque no hubiera habido dictadura, si se pudiera hacer esa ucronía. Su marca es la desconexión, es su extrañeza radical con respecto al mundo de hoy. Tal vez allí esté la necesidad de escrutarlo, de construir un puente y conectarlo con este mundo hiperconectado, con esta hiperconexión que hoy llamamos mundo. Iluminar una tribu exótica, como podés ver en Nat Geo, en las novelas de Proust o en los programas que pasan en la tele sobre Punta del Este. Ver con perplejidad los usos y costumbres de una tribu exótica pero con el componente no menor de que uno de los integrantes fuiste vos mismo. No sé, estoy improvisando ahora contigo, tratando de trascender esas cuestiones más superficiales que se cargan hoy de cierto encanto estético.

A Sandino Núñez le gustan más los ´80, decía que para entender el mundo hay que entender los ´80. Tal vez me llegan los ´80 ahora. Fue un momento fundacional. Por ejemplo, yo estaba convencido cuando conocí a Amir Hamed de que el rock había muerto. Había sido asesinado, no por la música tropical que aún no había hecho su crossover social y estaba todavía en su ghetto lumpen, sino por la música disco. Y Amir, que era más eufórico que yo en aquel tiempo, decía “no no, ahora hay una cosa que se llama new wave que se parece bastante al rock y vas a ver que vuelve”. Al final tuvo razón, fue una profecía acertada. Esas cosas pasaban…. En determinada parte de la cultura de masas estábamos muy aislados y no solamente por estar en Treinta y Tres. Lo que sucedía en Inglaterra en el ´77, ni más ni menos que el punk, nosotros nos vinimos a enterar en el ´83 cuando las fm y Carbone empezaron pasar los Clash y los Sex Pistols. Y por otro lado tenías la cultura de resistencia, si vos andabas fascinado por esas cuestiones estabas alienado por el imperio. Era un mundo muy desconectado que no hubiera sido posible si esa desconexión.

Por eso sobrevuela tanto la idea de simulacro de Baudrillard…

Soy muy lector de Baudrillard, estuve en su momento muy deslumbrado y pensé que era más que nada a nivel del significante, por más que leí traducciones. Es probable que sí, que por algún intersticio haya aparecido. Seguro que sí.

¿Lees crítica uruguaya?

Yo recibo la diaria casi todos los días. También ojeo el resto. Allí en la diaria está Gabriel [Lagos], está Ramiro [Sanchiz], y están Recoba, Acevedo, Georgina Torello. Me parece que son gente solvente, en general escriben bien, me da la impresión de que son rigurosos, aunque a veces tengo mayor o menor afinidad.

Pienso que hay un grupo de gente que vino para quedarse con algo, ustedes vinieron para disputarle -con bastantes posibilidades de arrebatársela- cierta hegemonía a otras formas más tradicionales.

¿Medios virtuales?

No tengo ese hábito, tendría que incorporarlo, ¿no? Todavía soy muy gutembergiano en ese aspecto.

¿Cómo es tu vínculo hoy con la Universidad o con la academia?

Nulo. Yo me vine cansado a la casita de los viejos cuando terminé los cursos. Un poco abrumado por cierto trasmundo mezquino que percibía en la academia. Siempre quise ser un escritor y veía que por ahí no. Y después, como una especie de coartada construida a posteriori para justificar mi posición de outsider, vi que la academia -sobre todo en los lugares donde uno puede decir que la academia existe de una manera plena, o sea en lugares ricos o más ricos que nosotros- lo que ha hecho es liquidar la figura del intelectual. De ese intelectual que habla desde ningún lugar institucional, desde sí tal vez un nicho ideológico pero no tratando de cultivar el huerto de su disciplina generando un eco de amplificación de su nicho académico. Creo que esa cuestión del intelectual la academia lo constriñe y genera su propia abolición. Soy particularmente inepto además para tramitarme a mí mismo en los meandros de la burocracia, hay muchas cosas que se superponen y se entretejen. Cuestiones políticas lo puramente partidario por un lado y por otro la cuestión disciplinar.

Y volviste a Treinta y Tres…

Sí. Volví y me fui quedando. Siempre me preguntan por qué y siempre contesto cosas diferentes. Pero te digo la verdad y es que nunca lo decidí, que volví por timidez. Volví y me quedé. Me causa mucho miedo e incomodidad sentirme un extranjero y el hecho de irme quedando potenció eso, cada vez iba a ser más extranjero en cualquier lugar a donde fuera.

Sos docente. Trabajás en un liceo a 60 km de acá. ¿Por qué la docencia? ¿Cómo es tu relación con ese ejercicio de aula más allá de las problematizaciones contextuales?

Me iba a costar mucho más ser carpintero (que venía de cerca) y ser músico no me iba a dispensar los garbanzos. Lo tengo muy naturalizado y lo llego a disfrutar. Estoy un poco cansado del aula últimamente, es verdad. Pero haciendo ese recorte que vos proponés, viendo el aula, los estudiantes y los contenidos exclusivamente, ha sido hasta placentero. Sobre todo cuando se logra contagiar, cuando se logra esa cosa infecto-contagiosa que tiene la docencia eso es en definitiva lo que hacemos ¿no?

¿Cuál es tu lectura, ahora sí, de la educación actual? Dejemos de lado las variantes, centrémonos en la educación secundaria que es en la cual trabajás.

Sí. Bien. Hay una rara unanimidad, que comparto, que es un diagnóstico de catástrofe. Desde el año ´97 participo sistemáticamente -mi única militancia- de un organismo muy extraño que son las ATD (Asambleas Técnico Docentes). El profesor Jorge González Durán decía que es “la flor ártica de la educación uruguaya”. Vos te acordarás que previo a la asunción del primer gobierno del Frente Amplio  se instituyó la categoría de emergencia social, bueno, nosotros propusimos que también se trabajara desde ese momento en la categoría emergencia educativa o emergencia cultural. Por supuesto, no nos dieron bolilla.

Si bien todo el mundo está de acuerdo en el diagnóstico, las operaciones que han implementado los diferentes responsables políticos de la educación han contribuido a empeorarla. Por un lado por aplicación de ciertas directivas transnacionales que tienden a privatizar la calidad educativa y a convertir los sistemas educativos públicos en dispositivos de contención vaciados de contenidos. Esto ha venido empeorando, ya la metáfora aparato, dispositivo, suena excesiva, es una acumulación de gestos, de micro programas focalizados erráticos y contradictorios que generan una enorme burocracia. Pero además se le suma una intervención, ideológicamente más fuerte, el anti intelectualismo y el ataque a las humanidades que se ejerce desde el poder político actual, que se sustenta y fundamenta en la convicción perversa de que hay que educar para el mercado. De que como todo es tan efímero y fugaz no vale la pena la detención ante ninguna verdad sino que hay que educar en competencias. Si hoy hacen falta torneros fabricamos torneros y mañana guías turísticos. Hay una especie de ensañamiento en el cadáver de Rodó.

Soy bastante apocalíptico en la visión de futuro. Sería necesaria una anagnórisis súbita. Una peripecia poco creíble. Esa reconversión de la educación hacia la contención ocurre para tener a los chiquilines adentro de un espacio que alguna vez fue educativo. Pero también se dio por otro lado. En su momento la educación constituyó una salida laboral accesible para un montón de muchachos que querían estudiar pero necesitaban trabajar inmediatamente. Tal vez eso se haya revertido, no sé, ¿vos que estás más al tanto que yo….?

Soy de esa generación “de la crisis”, entré al IPA (Instituto de Profesores Artigas) en el 2001 y había seis primeros. En el último año quedaron dos grupos…

Claro, entonces aquellos conceptos como los de vocación se fueron al diablo en ese período. Ha habido un proceso de desprofesionalización. Los CERP influyeron de manera negativa, son el emblema de ese proceso de reforma. Por supuesto con todas la excepciones personales, de gente que hizo conciencia de las penurias de su educación y trató de completarla institucional o personalmente. En esos Centros se formó mucha gente funcional a este tipo de orientación educativa que estamos criticando, para el mercado.

Pero también ha habido y hay un grupo de docentes que, desde las ATD y de un modo tal vez menos definido desde el sindicato, han sido muy críticos señalando que no es por ahí. Se nos ha desoído muy contumazmente. Sin embargo somos responsabilizados los docentes por la situación educativa actual.

La demonización docente…

Claro. Cuando los docentes se han configurado como un sujeto colectivo y han buscado ejercer su intervención sobre la cuestión, ha sido de una manera crítica. Se ha dicho: “No es por este lugar, no hagamos esto” Bueno, pues se ha ido por ese lugar, se ha hecho esto y se ha fracasado. Paradójicamente se culpabiliza, se demoniza la figura del docente, alegando haraganería, que parece ser el emblema del empleado publico negligente. Todavía flota eso de que tenemos tres meses de vacaciones. El famoso ausentismo. Los docentes han sido críticos y se los ha desoído, demonizado y desprofesionalizado. Esa es la verdad.

La última para cerrar el tema. ¿Qué opinión te merece el proyecto IUDE (Instituto Universitario de Educación)

Lo que se está proponiendo no es la incorporación de la formación docente a la Universidad de la República sino la formación de un nuevo ente autónomo, de una nueva Universidad. No le veo justificación a eso. Si hay una única universidad que enseña agronomía y letras clásicas, no sé por qué tiene que haber una universidad distinta. En todo caso si quisieran darle un status universitario se debería hacer una Facultad dentro de la UDELAR. Tiene que ver con eso que hoy balbuceábamos respecto a la academia. Es una operación burocrática que busca legitimar ciertas cuestiones de poder. Yo no creo que ese cambio de status per se optimice de ayer para mañana nada. No sé, se intentará regular y articular el aislamiento que sufren los docentes. Según tengo entendido es en el único país del mundo que existe algo así como el IPA. Entonces, si después los docentes quieren continuar, podrían… Ese es el argumento que he escuchado hasta el cansancio cuando se lo sale a defender.

Yo no estoy de acuerdo y los colectivos en los que participo tampoco. No es una integración en la UDELAR. Va a ser una ampliación oncológica de los poderes y lo burocrático.

Leyendo Carlota Podrida uno sabe que el cine ha estado. ¿Qué cine o qué películas elegís?

Una de las cosas que más lamento de haberme venido a vivir a Treinta y Tres es que me dejó sin cine. A su vez una de las cosas que más celebro de los años que viví en Montevideo fue la posibilidad de consumir con sistematicidad, merced a Cinemateca, cine. Ahora veo todo lo que puedo. No tengo eso de bajar películas. Estoy a merced de lo que pueda pispear por ahí. Hay un ciclo de cine muy interesante en el canal oficial argentino, Filmoteca, dan cuatro películas por semana. La aproximación más seria se me ha ido. Tendría que modificar mis hábitos.

Claro que después está todo lo anterior, que figura en la novela, la cuestión del Cinema Paradiso. Como toda la cultura de masas el cine formó parte de la educación sentimental. Acá en Treinta y Tres aún hay cine por suerte. Fue construido en el ´56 muy acorde a la estética de aquellos tiempos. El cine que aparece en la novela es ese, el que está ahí en la agencia de Núñez. Le llamaban el “monumental cine Olimar”. Acá la gente iba todos los días, sobre todo al cine municipal. Había una segmentación de la programación. Por ejemplo los lunes se decía que era “el día de los analfabetos” porque daban cine argentino o mejicano.

¿Dos o tres escritores de narrativa rioplatenses que estén publicando hoy?

Sergio Bizzio. Amir Hamed. Yo soy más amigo de Platón que de la verdad. Pero en este caso estoy diciendo la verdad. Y Lalo Barrubia.

¿Y con la misma consigna pero en cualquier género?

Me interesa la poesía de Eduardo Espina. Creo que la voz poética viva más importante en este momento en Uruguay es Circe Maia.
¿El efecto comandita quedará muy evidente si nombro a Sandino Núñez? Sandino Núñez.

¿Y tu poesía? Yo te leo como poeta.

Y sí… porque debe ser lo que más me interesa. Tengo ganas de escribir un libro de poesía. El tema es que soy medio lento para escribirla. Viste que Cólico Miserere tiene poemas del ´89 al 2008…
Pero es lo que más me interesa. Poner una palabra al lado de la otra a ver qué chispas saltan. Siempre estoy deseando leer buena poesía. Que irrumpa un buen poeta. Yo creo que los buenos poetas deben irrumpir.


(Final de la entrevista)

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