Ahora sí, con esta segunda parte concluye la entrevista a Gabriel Peveroni. En esta oportunidad lo veremos hablar sobre el mapa de la narrativa de los 90', el carácter insular de los escritores por un lado, pero la coincidencia de temas nuevos, muy diferentes de los de la narrativa anterior. La ausencia de realismo mágico en Uruguay, la novedad en la literatura actual, los crueles, su época de Posdata y la posterior en Freeway. Como dato importante les confirmamos que Peveroni va a ser uno de los participantes del primer encuentro de YA TE CONTÉ, el 19 de enero en Valizas.
Entrevista a Gabriel Peveroni:
por Diego Recoba
Leer parte 1
2
Respecto a Fuguet y McOndo. La lucha de esa antología era contra el realismo mágico en los centros de poder, sin embargo el realismo mágico no prendió en Uruguay.
por Diego Recoba
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Intentando mapear la
literatura de esos años, salta la dificultad de agrupar, más allá del grupo de
los llamados “crueles” a escritores con proyectos o búsquedas coincidentes.
Es muy difícil agruparnos,
éramos todos como islas. Casacuberta estaba metido adentro de Levrero y es para
mí uno de los importantes de los 90. Trujillo, otro importante de los 90 no
tenía ningún problema con el parricidio, él estaba metido con Banda Oriental y
desarrolló lo que pudo dentro del aparato editorial independiente progre. El
asunto es por qué ese aparato progre nunca fue a buscar ni a Escanlar, ni a mí,
ni a Mella. Después Trilce publicó a Mella, es difícil cortar ahí, pero
Mella es el que hizo el gol más lindo, al que le fue mejor con Derretimiento.
Sí nos sentíamos agrupados en esa cuestión de McOndo, sobre todo por las
lecturas. Mella estaba poseído por Easton Ellis y Salinger y yo de algún modo
también, no tanto por ese lado si no por la idea de basta de esto, basta de
literatura histórica, basta de revisar el pasado, a nosotros nos interesa el
presente, o comunicarnos con Onetti, vivimos en una ciudad metropolitana y con
ruido y eso es Escanlar. Y la droga. Todos éramos muy felices escribiendo
novelas en las que hubiera droga y creo que había mucha y era parte de la
estética y del corte. A mí me quedó grabada siempre una critica que me hizo
Pablo Rocca que era muy interesante para analizar. Él decía sobre La cura: “bueno,
está todo bien, pero esta literatura es de clase media alta, de gente que tiene
otros problemas que los problemas reales del Uruguay” y me causó mucha gracia.
Era la misma critica que le hacían a Fuguet, lo acusaban de ser de derecha
porque hizo una novela en la que el personaje principal era de una familia que
había votado a favor de Pinochet en el plebiscito. Cada uno plantea lo que
quiere, puede y conoce, yo no podía dejar de narrar lo que estaba cerca mío, la
noche, Juntacadáveres, y andábamos en los autos de los padres, no puedo
hablar de otra cosa, no podía hacer una novela lumpen, en ese momento, con eso.
Respecto a Fuguet y McOndo. La lucha de esa antología era contra el realismo mágico en los centros de poder, sin embargo el realismo mágico no prendió en Uruguay.
Es verdad lo que decís, en
Uruguay no había realismo mágico. De repente nos pegaba mal el cine argentino
de Solanas y de Subiela, que era una forma de narrativa que teníamos arriba en
esos años, eso lo veíamos como una forma de realismo mágico. Y al mismo tiempo
era divertido decir: “y vos que te burlás de Subiela y de Solanas, ¿por qué no
te burlas de Kusturica y Underground? ¿Porque sea europea no es lo
mismo?” En Galeano puede haber algo de realismo mágico, más bien política
mágica, te pongo cuatro palabras quedás contento y sos de izquierda. Y contra
él también hubo ataques nuestros.
Sanchiz plantea en un artículo publicado en el blog de YA TE CONTÉ, la posibilidad de que desde ese cuarteto
de los llamados “crueles”, formado por vos, Mella, Escanlar y Henry no ha habido
novedad en la literatura uruguaya. ¿Qué opinión te merece?
Ellos eran más crueles que
yo. Recuerdo cosas lindas porque son gente que me caía muy bien. Sobre todo era
interesante Ricardo Henry, a pesar de su corta obra, pero él era interesante
como personaje y como faro. Tenía una librería donde íbamos todos a comprar
libros y discos, nuestra Internet era Ricardo Henry. Lo que me parece es que de
todos esos Escanlar era el que estaba más metido en el barro de acá. Creo que
Mella, y a mí también supongo que me pasaría un poco, teníamos mucha más
literatura encima. Escanlar siempre me decía una cosa, me lo dijo para la
edición de Tobogán blanco y me lo había dicho con La cura, “está
todo bien pero tiene mucha literatura”, en el sentido peyorativo de la literatura,
“bajalo”. Y capaz que tenía razón, a él le gustaba que fuera bien sucia la
estética. La tenía muy clara, era todo muy previo a una estética más indie, o
más reality show, cosas que ya en los 2000 es más fácil de identificar en
cualquier cosa, desde Cucurto a lo que quieras. Es más fácil llegar ahí porque
ya se llegó, en ese momento no era tan sencillo el planteo de Escanlar, y las
historias que cuenta creo que la mayoría deben de ser ciertas. En cambio yo leo
a Mella y uno ve cosas que parecen una escena de Seven [“Pecados
capitales”], y tiene algo de eso, de repente técnicamente es mejor que Escanlar
y asusta. En esa época veíamos películas de Tarantino y eso nos influía. Pero
por ejemplo, para mí una de las cosas más interesantes en la narrativa de los
2000 es el teatro de Gabriel Calderón y de Sergio Blanco que como acá son todas
cosas estancas, la gente que curte literatura no lee eso. Esa generación esta
hablando también de acá, eran niños en la dictadura, mucho más chicos que yo.
Si era cruel Escanlar o Mella, Calderón lo es mucho más. Yo como crítico o como
escritor, en ese caso estoy en los dos lados porque el teatro lo conozco bien,
estoy en esa escena, siento que hay un descuido muy grande de críticos jóvenes
que de repente no le están prestando atención el teatro uruguayo. Nosotros no
pudimos hacerlo porque en los 90 no había casi teatro uruguayo joven, ni
siquiera había teatro uruguayo porque la mayoría de los directores estrenaban
obras extranjeras. Pero con la crisis se generó una dramaturgia y ahí surgen
nombres como los de Blanco y Calderón que son muy importantes, a nivel
narrativo tan importante como escritores de novela. Me acuerdo de haber visto
junto a Forlán un espectáculo de la Antimurga BCG que no se si es porque yo
estaba drogado, año 89 o 90, pero para nosotros eso era como la comedia musical
punk rock que no habíamos visto en Uruguay, y era súper fuerte. Por eso te
digo, hay niveles narrativos que están en otras áreas, como en la música El
Cuarteto de Nos, en el carnaval, el teatro, y a veces las lecturas académicas
lo pasan por alto.
De algún modo, Posdata
fue un centro de crítica de hegemonía, como un faro. Luego de eso parece que no
hubiera más ese tipo de medios que marcaran la agenda o el canon.
Brecha o El País
Cultural tendieron siempre a encerrarse en una, dos o tres ideas. El
acierto de Flores Silva como intelectual fue el de articular un equipo
absolutamente diverso y jugarse. A mí me llamo Rafael Courtoisie para trabajar
en Posdata, yo tendría 23 o 24 años y estaba todo rapado medio punkie.
Había trabajado en El Día. Rafael creía en mí y me dijo “vos mentí en
esto de que no sabes inglés porque igual después no lo vas a necesitar”. Fui a
una entrevista con Manolo y según me enteré años después él se asusto porque pensó
“este pendejo no puede escribir nada”. Después lo entendí. Mi figura era
lamentable, no vendía nada, pero por suerte me fue bien. Eso de Flores Silva
hizo Posdata, al loco le decían Levrero y él decía bárbaro, de repente
no tenía muy claro eso, pero sí tenía en claro que si Rafael le decía una cosa
o Fidel Sclavo le decía otra o después si yo le decía tal otra, él bancaba. En
determinado momento yo hacía trabajo de planta en cultura con Lucía Calamaro,
que era un personaje, una italiana que estaba perdida en el Uruguay, muy culta
y muy joven. Y escribíamos sobre Artaud, David Bowie, todo muy under y
alternativo, y un día Manolo nos sentó y nos dijo basta. Hay una cosa que
ustedes tienen que entender, para que lo alternativo sea alternativo tiene que
haber un mainstream. Para que lo alternativo sea alternativo tiene que ocupar
el lugar de lo alternativo, porque si ustedes lo ponen ahí la mayoría de los
lectores no lo leen porque no lo entienden, no lo agarran y estamos dando la
señal equivocada. Creo que es una idea brillante. Es una idea de tensión, podés
estar de acuerdo o en desacuerdo en diferentes momentos, y es una idea para
romperla y tensarla. Nosotros trabajábamos como en una isla y eran islas los
que escribían, no le rompíamos las bolas a nadie y eso hacía una cosa mucho más
libre y más tendiente a que los discursos se ramificaran. Creo que Brecha
y El País Cultural tendían a lo contrario con esa cosa de cuidarse de lo
que decían. Y después está Tres que era más descuidado, tuvo momentos
buenos, pero a Escanlar no le dio para armar algo, sus notas sí, pero no el
alrededor. Ahora tenemos la diaria, yo lo que le temo a veces y creo que
Posdata de eso se salvaba un poco, es que se crean rápidamente cosas
endogámicas muy cerradas. Eso es muy peligroso y lo noto ahora en la diaria.
Cuando cierra Posdata
ese proyecto parecería quedar trunco. Sin embargo se podría ver a Freeway
como un puente o una transición entre los 90 y la década siguiente.
Hay otra cosa que no es
menor y que tiene que ver con la crisis del 2001/2002, que es parecido a lo que
pasa en España ahora, y tiene que ver con lo que me preguntabas al principio de
los 90. Creo que es la misma euforia que vivimos ahora solo que ahora es más
radical y el consumo es mucho más atroz que cuando estaba Lacalle, se venden
más autos ahora que en la época de Lacalle y el presidente festeja que se
vendan más autos igual que Lacalle. Analizar ese tiempo nos permite analizar
este. Es cierto, lo nuestro era una cosa más frívola, nos sentíamos una generación
más frívola que la otra, era nuestra pequeña culpa. Había algo que incomodaba
que nunca entendí hasta la crisis del 2001 y era que nunca hablábamos en serio.
Y ahí Escanlar se salva porque él siempre hablaba en serio, en su “en serio” y
no era frívolo Escanlar diciendo que había que escuchar a Los Iracundos, era
frívolo si yo lo decía. Es como que perdimos demasiado tiempo escribiendo y
pensando pelotudeces y equivocándonos mal. Yo en Posdata quería
desarrollar un proyecto que se cruzara con Tentaciones de El País de
Madrid o Radar de Página 12, y eso era frívolo, la frivolidad en
ese momento era ruptura con la generación anterior, era Easton Ellis, el rock
latino, Mano Negra y dejar de lado el canto popular. Los dos grandes bloques en
Posdata de eso eran Aldo Mazzuchelli en Insomia y yo con la
sección de espectáculos que era más frívola que cultura. Aldo se encerró en una
nube de lo súper cool, con cosas brillantes y cosas a las que yo no accedía,
estaba ese conflicto. Cuando aparece Freeway y Pimba eso me
encantó, tiene que ver con lo que te decía de La Vela Puerca y Control Z, me
alucinó que no hubiera un dueño histórico de los medios por detrás. Cuando
conocí a Carlos Taran - que era el dueño de Freeway - para hacerle una nota
dije “ah la mierda, este guacho es más chico que yo y se mandó esta revista
emprendedora”. Y ahí me invitó a laburar y yo desarrollé mi proyecto. Que lo
viví muy fuerte. Mi intención era primero eliminar la misoginia, el machismo y
la homofobia que había al principio en Freeway, y después que toda la
gente que escribiera lo hiciera con pasión y en lo posible darle espacio a
escritores y no a personajes de la radio que como son de la radio escribían. Yo
quería que escribiera Dani Umpi, Mella, Mardero y toda gente que si sos escritor
es porque tenés algo que decir. La llevé más al concepto blog, que es propio de
la época, hacer que la gente hable más de sí misma, y eso tenía problemas, yo
sentía continuamente el rechazo de gente que decía estoy harto que hablen de sí
mismos, pero era mi concepto, a mí me gusta esto. Jugando con el blog y la
literatura confesional e incluso para recomendar un disco, que pase por vos. Y
fuimos por ahí hasta que se acabó.
Consulta: Carlos Taran editor de freeway?? Carlos Tanco no sera??
ResponderEliminarGracias por la lectura y el comentario/consulta. Carlos Taran era el dueño de Freeway y es a quien Peveroni se refiere en la entrevista (en ningún momento se lo llama "editor"). Si bien Carlos Tanco también estuvo vinculado con Freeway (hasta donde tengo conocimiento) no es a quien hace referencia.
ResponderEliminarSaludos!
Muy interesante la entrevista. Creo que el escritor simplifica de forma gruesa al afirmar:
ResponderEliminar"Cada uno plantea lo que quiere, puede y conoce, yo no podía dejar de narrar lo que estaba cerca mío, la noche, Juntacadáveres, y andábamos en los autos de los padres, no puedo hablar de otra cosa, no podía hacer una novela lumpen, en ese momento, con eso."
Entre "andar en los autos de los padres" y "lumpen" creo que hay numerosas situaciones y matices.
Saludos y felicitaciones por el proyecto.