Cuando empezamos a investigar sobre la literatura
rioplatense reciente, nos topamos de inmediato con la enorme dificultad de
mapear todas esas narrativas. Consultamos archivos, bibliotecas, nos trazamos
listas de obras y más obras para leer, después hicimos talleres internos…
convengamos que el corte es bastante más que amplio. En una de esas que cundía
el pánico, Jorgito tuvo la idea de armar un cuestionario para sondear entre los
actores del campo cuáles eran, según sus gustos e intereses, las obras más relevantes
del período, cuáles los criterios editoriales, cuál la novedad…
Compartimos ahora las respuestas del argentino Mario Ortiz, poeta y docente de la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca.
Compartimos ahora las respuestas del argentino Mario Ortiz, poeta y docente de la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca.
Cuestionario: Mario Ortiz
Dentro de las obras de los autores uruguayos y argentinos
que comienzan a publicar narrativa a partir de los noventa:
- ¿Cuáles te parecen más relevantes y cuáles te gustaron más? ¿Por qué?
- ¿Cuáles son tus criterios para evaluar estas obras y autores?
- ¿Cuáles te parece que han sido los criterios de las editoriales para publicar durante este período?
- ¿Te parece que hay elementos de novedad o ruptura en estas obras?
Respuestas:
Ante todo, como resulta obvio, aclaro que contesto desde una
doble posición:
- desde mi lugar (Argentina)
- desde mi relativa ignorancia.
Esto explica que (muy lamentablemente) no conozca casi nada
de la producción narrativa uruguaya y relativamente poco de la argentina.
Si uno toma un suplemento cultural cualquiera, se produce un
efecto de abrumación por la cantidad de textos que se publican por año. ¿Se
puede dar cuenta de todos ellos? ¿Estar al día con las lecturas que promueven
los diarios no implica restar tiempo a las lecturas inactuales, aquellas con
las que uno arma su propia tradición?
Dicho esto, pasemos a algunos libros que me parecen
importantes.
Algo que escapa a la mera apreciación subjetiva o a gustos
personales es el hecho de que entre fines de la década de los 90 y principios
de los 2000 hubo en la
Argentina lo que muchos críticos coinciden en llamar un
“retorno a lo real” en la narrativa argentina. Por supuesto que con distintas
modalidades y diversos recursos técnicos que alejan a estas novelas del
realismo clásico de los siglos XIX y XX. Una rápida mirada sobre ese panorama
no debería dejar de lado ciertos nombres.
En primer lugar, tiene un lugar único la figura y obra de
Cucurto. Bien digo: figura y obra, porque entre ambos hay una interrelación tal
que pareciera ser uno desprendimiento del otro. Santiago Vega se re-crea en
Washington Cucurto y desde allí despliega una maquinaria formidable de
producción textual. Queda por analizar si su obra narrativa es un despliegue de
su obra poética o aporta algo diferencial.
Muchos aspectos de su obra pueden ser criticados (y de hecho
Beatriz Sarlo lo hizo), pero lo cierto es que en su novela Cosa de Negros (para mí la mejor de lo que llevo leído de él) inventa un lenguaje diferencial,
un créole, un papiamento que es mezcla de guaraní, lunfardo, cumbia, todo ello
en una sintaxis desaforada que cruza al neobarroso con Ricardo Zelarayán y
Reinaldo Arenas. No cualquier escrito puede inventarse un idioma peculiar y
reconocible inmediatamente sobre la página impresa.
En un registro diametralmente opuesto, me interesa mucho la
narrativa de Eduardo Muslip. Su libro Plaza
Irlanda (Edit. El Cuenco de Plata, 2005). Con una escritura sobria da
cuenta de una realidad cotidiana, pero al mismo tiempo extraña; no porque nos
encontremos ante lo fantástico sino porque se trata de una realidad hasta
cierto punto inabarcable, cuya lógica (si es que la tiene) no concuerda
necesariamente con nuestros esquemas mentales y lingüísticos. Algo de esto
encuentro también en la novela Pequeñas
intenciones de Jorge Consiglio (Edhasa, 2011). El propio autor declaró que
su relato está basado en una historia real, "tan real que se escapa del
realismo: mi vuelta de rosca es tratar de extremar el sentido de lo real por la
perversión.”
Una extraordinaria experiencia fue la lectura de la novela
“Glaxo” de Hernán Ronsino. (Edit. Eterna Cadencia, 2009). Comienza en un
ambiente gris y deprimente y deriva en una trama policial absolutamente
sorprendente que obliga a volver a la primera línea del epígrafe. Me
interesa mucho este texto porque combina un realismo sucio con una trama rigurosamente
construida, de aquellas que apreciaba Borges.
Muy impactante me resultó la novela “Los Topos” de Félix
Bruzzone (Mondadori, 2008). El tema de los hijos de desaparecidos cobra un giro
cada vez más sorprendente que lo aleja de ser una mera alegoría de nuestro
pasado funesto. Como afirma un comentarista en un blog: “El tono va desde lo
realista, casual, pasa por lo almodovariano y deriva hacia algo mucho más
sórdido.”
La “novela” de Luis Sagasti Bellas artes (Eterna Cadencia, 2011) mereció con justicia estar
entre los mejores libros de 2011. Puse la palabra novela entre comillas porque
Sagasti (autor que vive en nuestra Bahía Blanca) construye un artefacto
extraño, a medio camino entre la poesía, el ensayo y la narración breve, todo
ello sabiamente tramado un plexo verbal cuya intensidad no se pierde en ningún
momento. Como en una especie de recorrido virtual, se cruzan las historias
reales de Vonnegut, Wittgenstein, Joseph Beuys, Ungaretti y Yuri Gagarin entre
otros.
Sigo con mucha atención la obra poética y narrativa de
Carlos Ríos. Su novela Manigua (Edit.
Entropía, 2009) plantea un ambiente y un lenguaje absolutamente originales,
extraña cruza entre ficción antropológica y ciertos rasgos estilísticos de
Mario Bellatín.
Obviamente que hay otros nombres que uno debe incluir aquí,
como los de Alejandro López (Keres coger?
está construida con conversaciones telefónicas, material de diario, chateos,
etc.); Fabián Casas; Juan Diego Incardona y un largo etcétera. Pero no me
extiendo porque debo profundizar mis lecturas de estos autores.
En otro aspecto, últimamente pareciera darse, al menos en
ciertos sectores de la narrativa, un cierto alejamiento del realismo; pero esta
es una hipótesis que habría que confirmar. Pienso en la obra de Pablo Katchadjian,
que me interesa muchísimo. Hay una vuelta a la experimentación formal que da
resultados tan extraños como EL Aleph
engordado, su novela Gracias
(Edit. Blatt & Ríos), Luciano Lamberti (El
loro que podía adivinar el futuro, Edit Nudista, Córdoba).
Con respecto a los criterios editoriales, observo con mucha
alegría que en la argentina post- 2001 y la escapada del dólar, se de un
explosivo aumento de la industria editorial nacional. Es absolutamente
increíble la cantidad de empresas, más o menos grandes, más o menos pequeñas,
que editan libros que apuestan a la calidad literaria y a la posibilidad de la
experimentación formal. Acabo de mencionar algunas de ellas: Eterna Cadencia,
Blatt & Ríos y Entropía. Hay que agregar una saludable consolidación de editoriales
de otras ciudades del país como Nudista y Alción en Córdoba, Beatriz Viterbo en
Rosario, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario